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Encuesta FEMINISTA ARGENTINA

orden divina. El hombre, quien desconoce su divinidad, ha caí- do, como Lucifer, de su cielo. Así que el hombre realmente no- ble, se asemoja al Divino.

La mujer es como la Madre-Patria, Se asemeja a ella. Fe- cunda y cariñosa es la coma que nos arrulla; así ella nos lleva en sus entrañas, como las leycs patrias que nos protejen y nos defienden. Así clla nos proteje y nos defiende.

Al someterse a la concepción, lo hace como ley divina; su gestación es algo maravillosc. Concentra todas sus fuerzas y pensamientos en aquella vida que ha de extraer de la suya. Ella cuida de este átomo como la tierra patria de la simiente, para realizar la obra maestra, confiada por ley divina a su modela- do; que si es realizada bajo la protección de buenos patriotas, puede traer sus consecuencias más admirables: los genios que evían el mundo.

Como la Patria cuida de sus patriotas o ciudadanos, a aquellos deben cuidar de su Madre-Patriz. Las palabras Dio Padre y Madre-Patria son indivisibles. Cuando los actos del hombre no están de acuerdo con las leyes divinas que lo hacen Padre, 2 la semejanza de Dios, este quebranto denigra a sus des-

cendientes y disminuye su objeto de vivir. Cuando el hombre . falta al honor de la patria, falta y rebaja 4 su madre. Faltar

a su Madre cs ser un mal patriota. Todo hombre que degrada a una mujer, destruye lo divino que existe en la tierra. Si en- tendiéramos las leyes maravillosas de la naturaleza, que no son ctras que las de Dios, nos tendríamos más respeto mutuo y más cariño, No existirían las divisiones sociales. Leyes iguales para todos dirigirían nuestros intereses y destinos, y, en conseenen- cia, sería el bienestar; el que no puede existir sin igualdad.

Después de tanta sangre vertida en la lucha actual por de- rechos y leyes más humanas, quizá surja lo auhelado por tan- tos miles de seres.

“No tengo duda” que la cuestión feminista triunfará actual- mente. Advierto. que los mayores detractores de la cuestión en si, lo fueron las mismísimas mujeres (naturalmente, no las raás aptas); pertenecen al sexo femenino, pero no son muje- res en el verdadero sentido de la palabra. El insigne escritor Gregorio Martínez Sierra, en su libro bellísimo “Feminismo”, vierte un pensamiento digno de tener presente en todo momen- to: “no siempre es “hombre” el individuo aunque sea padre de muchos hijos, ni es siempre “mujer” la que ha dado a luz



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