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LA MUJER


mos, bastan sin embargo, considerardas en conjunto, para de- jar evidenciada en principio, cierta razón de ser de esas aspi- raciones de igualdad ante la ley para ambos sexos, si se las estima independientemente de las variantes que tendrá en lo sucesivo este problema social, según se verá más adelante. Tu

En cuanto a las otras opiniones, la mayoría, contrarias a la intervención de la mujer en las cuestiones políticas, y que define la tercera faz del problema del ferainismo, — la más interesante y la más seria de todas, reclama la dignificación meral, intelectual y económica del sexo femenino, para que sea más comprensivo de los fenómenos de la vida social y política. para que se interese e influya más inteligentemente, desde el hogar, en la marcha de los acontecimientos públicos, porque, “mientras un concepto más racional de lo que debe ser la edu- cación femenina no se arraigue en Jos pueblos, tendrán Jas mu- jeres que soportar la injusticia de que la sociedad moteje su frivolidad, que estimula con elogios exagerados; su debilidad, que aplaude coro un encanto más y que la lleva a desdeñar tedo esfuerzo; su versatilidad, que fomenta inspirándole la idea de que no se han heeho para ella los estudios serios; su ingonse- cuenela, que prepara haciéndole una moral para su uso exclusi- vo, formada easi en absoluto de convenelonalismos y miramien- tos sociales; que se la considere eomo una carga para el hcem- bre que no ha sabido hacerla más útil, y que se la culpe de que, como madre, no haya dado al hijo, pese al amor y consagra- ción que le destina, una voluntad que sabe lo que quiere y un corazón que no ignora porque siente”. (Dra. Ernestina López).

“El cerebro de la mujer, — afirma el Dr. Zeballos, — na es inferior al del hombre, fisiológicamente, ni intelectualmente, ni moralmente. El desarrollo y vigor del cerebro del hombre y de la mujer, depende de condiciones fisiológicas y sociales en las cuales se desenvuelve. Si el medio, el ambiente, la ali- mentación, la estimulación social y jurídica son las mismas, el órgano se desarrolla y funciona de la misma manera. Todo ór- gano que permanece inactivo pierde su fuerza y su actividad. El órgano crea a veces la función. Si se consagra a la mujer la misma preparación física y educativa que al hombre, si se le aseguran las oportunidades y la independencia de las que goza éste para gobernar su vida, el cerebro de la mujer, hasta



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