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LA MUJER O

A su vez, si ha de ser el fruto de la sociedad fundada en el culto del bien y de la solidaridad humana desde el individuo hasta la familia, y desde la escuela hasta el federalismo sin- dical y orgánico del que el Estado no es sino uno de sus re- presentantes, la educación moral, inseparable de la cultura in- telectual, ha de constituir nuestra preocupación primordial y el único instrumento de civilización y de grandeza.

¿Cómo realizar estos ideales sin el amor, que es la coope- ración y que es la fuerza, y sin la educación de la mujer que es la representación genuina del amor y de la solidaridad hu- hana? Y si el concurso de la mujer es tan indispensable y tan influyente en la vida y en los destinos de la Nación, ¿eó- mo no reconocer su legítima intervención no sólo en el go- bierno político sino también en el gobierno social de todos los pueblos?

Tuvo esa intervención activa y decisiva en los orígenes de esta nacionalidad y debe tenerla y acrecentarla constantemen- te en su desenvolvimiento actual y futuro. Así lo ha demostra- do con brillo y elocuencia el actual Congreso del Consejo Na- cional de Mujeres en todos y en cada uno de los notables tra- bajos que harán memorable esa asamblea: en el discurso elo- cuente de la señora de Sala al inaugurarla; en el diseurso igualmente elocuente de la señora Rosario Puebla de Godoy, al presentar esa institución como exponente del progreso na- cional; en el erudito estudio de la señora Julia Moreno de Moreno, al fundar la acción concurrente de la mujer en la ins- trucción popular; en la monografía histórica de la señora Carmen S. de Pandolfini, dedicada a los servicios meritorios de la Sociedad de Beneficencia; en la oportuna exposición de la señorita Elía M. Martínez sobre la influencia de la mujer en la vida cívica; en la disertación no menos oportuna de la señora María Rave de Lahite, sobre nuestras instituciones so- ciales; en la investigación de actualidad de la señora Celia La- palma de Emery, sobre la mujer argentina, al través del Cen- tenario; en la alocución patriótica de la señora Marcelina 1. de Pita, sobre nuestras condiciones sociales; en los conceptos elevados de la señora Delicia R. de Barraza, sobre la acción conjunta del hogar y de la escuela en la formación de los bue- nos ciudadanos; en el estudio social de la mujer, de la seño- ra Carolina Freyre de Jaimes; en el trabajo de largo aliento de la señorita Mercedes Pujato Crespo; en la monografía del

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