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LA MUJER A —_

Algunos años más tarde viene Sarmiento, con ideas entera- mente reformistas, tomadas de un país más adelantado que el muestro, donde residiera por largo tiempo, y la educación e ins- trucción de la mujer sufre una transformación completa, im- plantando el sistema de enseñanza norteamericano, en toda su fuerza y vigor, haciendo venir con ese objeto las personas adecuadas y competentes que debían iniciar aquel plan.

En todos los ámbitos de la República se fundan escuelas, abarcando todos los grados de la enseñanza; luego vienen las normales, de las cuales surgen las que a su vez son, desde tiem- po atrás, las directoras y las maestras de casi todos nuestros establecimientos de educación; consecuencia inmediata de esto, la ventajosa y noble carrera del profesorado para la mujer, permitiéndole bastarse a sí misma, poniendo al mismo tiempo su preparación y sus dotes intelectuales al servicio de su país.

Otras, deseando extender aun más sus conocimientos, cursan las facultades, habiendo muchas de ellas graduádose en diver- sas ciencias.

Dentro de la familia, la instrucción ha tomado también pro- porciones vastas, y son innumerables ya en nuestro país las señoras y señoritas cuyos serios conocimientos las hacen aptas para poder desenvolverse a entera satisfacción en los cargos de diversa índole que se les confía, como asimismo para con los deberes a los que las obliga la sociedad y el mundo en que actúan.

Dentro del vasto territorio de nuestra floreciente Repúbli- ea, son muchas las asociaciones de caridad y de otra índole dirigidas y bien llevadas por la mujer, y son del dominio pú- blico los beneficios prestados por ellas a los que sufren y ne- cesitan de sus cuidados y de sus alientos.

La cultura y el amor al arte que viene infiltrándose ya tan- to entre nosotros, determinan también la formación de acade- mias y conservatorios, los que al presente tienen ya vida pro- pia y se cuentan por muchos.

De ahí que se abra otro nuevo campo a la mujer, pues cada fin de curso recibe el diploma que consagra profesora a la alumna, según las inclinaciones a que haya dedicado sus ap- titudes, y nuestros salones son también teatro del arte que en aquellos centros o particularmente se haya adquirido, para so- laz de la familia y encanto de la sociedad.

En nuestra gran capital y aún en alguna provincia, se han

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