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LA MUJER A 5 5

de las maneras, las consideración y el respeto recíprocos, la bondad, que debe ser la esencia de toda obra educativa, acom- pañan a las nociones adquiridas en las ciencias y en las le- tras, preparan la vida fácil del trabajo inspirado en el bien. La sociedad ya no desdeña ni mira con indiferencia esta santa misión de la mujer”.

La conferencia que sintetizamos es, sobre todo, un estudio sobre el matrimonio, y, desde este punto de vista, es un tra- bajo conceptuoso y nutrido, cuyo resumen resulta difícil, por razones de correlación de argumentos y leyes a través de dis- tintas épocas y países que legislaron sobre la materia.

Es, al mismo tiempo, un buen estudio de la legislación ar- gentina en su referencia a la mujer en la vida eivil.

Con este motivo, el doctor Rivarola aborda una de las cues- tiones fundamentales, la del divorcio y opina al respecto:

“Es muy posible que, precisando el aleance de las reformas legales, estuviésemos todos de acuerdo, enalquiera que fuese la medida de nuestra creencia. Los términos de la discusión son siempre elásticos y de alí que las opiniones no concuerden. La palabra “divorcio” tiene la aspereza de un abrojo. para quie- nes no han menester de su auxilio.

“Dentro de nuestra libertad de cultos hay una legítima pre- ferencia, fundada en nuestros antecedentes históricos, en la fuerza incontrastable de las costumbres: es función del go- bierno federal el sostenimiento del culto católico, y nada puede ni debe hacerse contra este culto. Mas, nada impide poner en movimiento ideas que ahorrarían muchos delitos y muchas lá- grimas en beneficio de la mujer, el lado débil de la unión conyugal, quitándole grilletes que en algunas ocasiones se ve obligada a arrastrar perpetuamente, hasta que la muerte, más ciega que el amor, quiebra al pasar algún eslabón corroído de la cadena”.

El doctor Rivarola terminó su conferencia con esta página conmovida :

“Varios años pasados en el ambiente de la Escuela Normal de La Plata, observando, sin intención de hacerlo, por simple euriosidad, si se quiere, el movimiento zumbador de la colme- na, la manera de ser de la alumna y de la maestra, he descu- bierto en éstas más de una condición superior, virtudes seu- cillas que poco practican los hombres, que han concluído por imponerse unas veces a mi respeto, otras a mi admiración. En

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