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ENCUESTA PEMINISTA ARGENTINA



Reglamentar la iniquidad, no es destruirla, es perpetuarla. Reglamentándola, convivimos con ella. Es un mal conocido. Es el “viva la gallina con su pepita”. ¿Destruirla9 Ah! Eso, es el horror a lo desconocido, a lo que vendrá; y es este miedo al porvenir, trasmitido de generación en generación, lo que ca- racteriza nuestra marcha de moluscos: trasportando, por si acaso, el inútil cascarón de los prejuicios.

No obstante, alborean tiempos nuevos. Sospecho que mu- chas cosas, de esas secularmente imposibles, van a resultar po- sibles y factibles muy en breve.

La alta lección que acaba de dar al mundo nuestro hermano mayor del norte, cuando con solo una ley, pone un remedio radical, aboliendo de raíz un flagelo humano en su territorio, tiene una elocuencia mayor, como demostración, que todo lo que hasta hoy se había podido imaginar.

Así, únicamente así, se combate un mal, Contra el aleohol, no los reformatorios empíricos, no los impuestos, no las regla- mentaciones restrictivas, no las trabas legales que implicaban reconocimientos, sino la ley de fondo que lo suprima.

Se ha podido hacer! Ahora se verá como era bueno hacerlo y como se ha ganado haciéndolo, a pesar del pequeño trastorno momentáneo de los que lueraban con el porvenir de una raza minando sus vigorías físicas y morales.

Bienvenido el amplio y generoso feminismo, el día que un movimiento clarovidente de las masas, encarne la necesidad de otra ley suprema, de suprema necesidad universal, por la cual se libre a perpetuidad a la mujer de la esclavitud del taller, de la fábrica y del empleo; factores negativos del progreso humano, toda vez que su gravitación es más terrible que la del aleobol y la tuberculosis juntas.

El problema del feminismo es una de las fases del problema universal del Lombre, que comprende para la mujer sus as- pectos: la fisiológica o material, la espiritual y la sexual.

Cuando son hechos conocidos, la superproducción industrial y el excedente de brazos, cuando se sahe en qué forma el tra- bajo de la mujer desprecia al del hombre, sin que el abarata- miento de la mano de obra signifique abaratamiento de la vi- da, cuando después de ocho o más horas de trabajo, se ve sa- lir a una mujer del escritorio o del negocio, extenuada, deshe- cha, y se induce cómo saldrán las que sometidas a. una labor

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