Excursta FEMINISTA ARGENTINA
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Buenos Aires, Septiembre de 191.9. Señor don M. J. Font.
Presente.
Soy fervientemente feminista. Claro, que después de esta categórica declaración que me da beligerancia, las razones de mi feminismo podrían pasar por alto, si fuera el caso compu- tarme como un voto más en el plebiseito. Pero, es que mi fe- minismo no ha logrado aún entenderse con el otro feminismo, tal vez por falta de oportunidades que facilitaran la mutua compenetreción .
Su encuesta, me sirve, pues, de vehículo; y como su gen- tileza no me fija límites, la aprovecho a mis fines, toda vez que se trata solo de un aporte de pensamiento para la genero- sa realización de un alto ideal.
Por temperamento y por convicción, amo la lucha; vale de- cir, no me amoldo con los acomodamientos, cuando éstos sig- nifican iransigencias con lo que se repudia. Creo que no se debe impiorar por caridad lo que se ticne el deber de exigir por justicia. Y a mi juicio, la cuestión universal del feminis- mo, es la de exigir la reparación de agravios de una injusticia secular que, como una maldición, gravita sobre la especie.
Nótese que hablo con toda laxitud; y consigno: “la especie” y no el sexo.
Unamuno, escribió un día que: “El socialismo era un inven- to de guerra alemán”. Sin hacer paradoja, estoy tentado a ve- ces de parodiarlo, diciendo que: “Cierto feminismo, es un invento de opresión y de servidumbre, de una casta interesa- da en que el estado actual de iniquidad subsista”.
Crear el problema de la mujer, es la mejor manera de no resolverla nunca, remachando por muchos siglos más esta do- lorosa cadena de miserias que compartimos por igual ellas y nosotros, dado que ellas y nosotros, componemos en conjunto la unidad humana, neta e indivisible, en la que no cabe ni la posibilidad remota de una merma soportada por uno, que no rofluya en el otro, como en los vasos comunicantes.
Días atrás, en pleno centro, me fué dado presenciar un Es-
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