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LA MUJER

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de publicista en un diario o revista femenina, y fué así que desde las bancas de la escuela, hace treinta años, llevé parte de mis producciones acaso a todas las revistas femeninas que en ese lapso han aparecido: “El Búcaro Americano”, “El Ade- lanto”, “La Columna del hogar”, me contaron como re- dactara, hasta que, obedeciendo a los dictados de la fatalidad, me entregué por entero al Consejo Nacional de Mujeres, al frente de su Comisión de la Prensa y Propaganda, y hemos hecho obra, siendo la más importante, el primer Con- greso de Mujeres en América del Sud. El fué el que rompió el hielo de la indiferencia social y demostró la posible actua- ción de Ja mujer de todas las condiciones sociales, despertan- do el entusiasmo por la cultura en todos los órdenes de la vida. He tenido allí a mi cargo su Revista, que, como boletín oficial gratuito de la institución, no responde a otro fin que a dejar constaneia de lo que allí se hace; por eso, señor Font, como una predicción a su gran idea, cabe aquí repetir lo que en la asamblea del Consejo Nacional de Mujeres del 24 de Septiembre del año ppdo., anticipándome y patroeinándola, dijera, ya que hoy por hoy, no está en los posibles del Con- sejo realizar la magna empresa, que las aptitudes, consagra- ción y altruismo de tantas intelectuales puede hacer viable, si las acompaña la fe y el entusiasmo que a usted anima.


He aquí lo dicho entonces: “Entrando a considerar lo que en sí a esta Comisión atañe y lo que en realidad representaría una real empresa del feminismo, que debe patrocinar el Con- sejo, que todas sus comisiones con sus elementos propios y ad- herentes deben ayudar, está la de erear un diario femenino. “El Consejo”, debe ser su nombre, el consejo para informarlo, el Consejo como concepto moral, como función psicológica de la inteligencia en sus vistas, previsión, serenidad, verdad abso- luta, justicia real con que toda publicación debe caracterizar- se ante el inmenso público, debe orientarlo. El debe ser el pa- lenque de la revelación, de la preparación de tanta mujer ins- truida, de alma sana, que ha de caracterizarse ante el país, pa- Ta que reclame su puesto en la lucha de la vida y demuestre a los obscurantistas, a los diarios que les cierran sus puertas, a todo lo que venga y sea de la mujer, que hoy por hoy nuestro país tiene elementos de valía que se pueden cotizar en aptitu- des con distinguidos escritores y pueden superar a muchos en su altruismo, en su desinterés y en su contracción. Que tenga

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