Página:Encuesta feminista argentina.djvu/164

Esta página no ha sido corregida

LA MUJER

A A



exigir sólo aquello que es justo y es posible, la igualdad de los derechos civiles, con la revisión inmediata de los códigos y el reconocimiento a sus aptitudes particulares y especiales, para los puestos públicos donde pueda desempeñarse y apor- tar un bien a la Patria, descartándoso de los derechos polí- ticos que serían siempre motivo de discordia y no de unión en la familia, cuya misión sobre todas, le está encomendada a la mujer, que tiene desde que nace a ella por vínculo, a ella por lazo, a cla por ideal, pues hay que tener en cuenta que el amor en la mujer es más seductor, es más fuerte que la am- bición; el egoísmo generalmente del hombre no es tan carac- terístico en la mujer, si bien la ignorante y la innoble tiene la envidia como condición peor.

Hija de estas convicciones, que arraigo desde los albores de mi juventud, en este esbozo dejo sentado, cómo entiendo el feminismo yo, cómo he luchado porque en esa forma tenga su cuna y su desenvolvimiento en mi Patria, donde nada debe ser exótico, trasplantado, sino propio y argentino. Pense- mos y sepamos que nuestras mujeres, ni las eneumbradas por el abolengo y la fortuna, donde las hay muy nobles, generosas e ilustradas, las llamadas intelectuales por haber adquirido títulos, hecho libros, dado conferencias y revelado aptitudes, el magisterio, en fin, donde hay figuras destacantes, pueden abrogarse condiciones salvadoras para alcanzar las alturas de los puestos elegibles por la intervención del voto, para hacer el bien, el verdadero bien que reclama el país, no a tal o enal sexo, a los dos, a los constituyentes del hogar y la familia, el hombre y la mujer; fáltanos el tino, la sabiduría, la ab- negación, que fué nuestro patrimonio y legado divino, esto sin entrar a considerar los otros órdenes de mujeres, emplea- das, obreras, ete., que, obedeciendo a sus pasiones, no harían otra cosa que duplicar Ja voluntad de sus prometidos.

Mi espíritu formado en la escuela de la verdad más pura, nunca la ha escatimado, a su entender, ni la ha recluído. Yo baso mi opesición al reclamo de los derechos políticos para la mujer en nuestra Patria, por hoy, en que son prematuras, én que no tenemos la preparación necesaria para auspiciarlos y salir airosas, en que la instrucción en todas las mujeres no está bastantemente divulgada, sin que no me anticipe a reco- nocer la objeción, de que tampoco lo está en los hombres en la forma en que debería estarlo, para que no hubiera tantos





— 158 —