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LA MUJER




A

volución social y económica de la mujer, por la instrucción.

Feminismo no es la degeneración intelectual y moral que conduce al fracaso, no lo encarna una mujer que quiere con- vertirse en una caricatura del hombre, imitando sus peina- dos, sus cuellos, su empaque, sus modales y sus inclinaciones. Esto es el feminismo de género chico; la conferenciante de quevedos e indumentaria estrafalaria, resulta tan incongruen- te, tan inverosímil y repulsiva, como el hombre afeminado que se lleva las manos al rostro y traduce sus sorpresas con un “¡Ave María Purísima!”

La mujer espiritual, inteligente y graciosa, no se mascu- liniza nunca.

Cuando una frase, cuando una obra de arte de una mujer nos encanta, es por la cantidad de espíritu femenino que en- cierra. Ella tiene una visión exacta del futuro, posee una su- tilidad que es arte, que es hondad y es belleza, y pone siem- pre un átomo de ensueño para suavizar la erudeza de las co- sas.

Ahí está descifrado el enigma del triunfo femenino en las artes y las letras. Imitar cartas de mujer, es empresa árdua para un escritor. Es que sus conceptos y visiones son más que geniales, son visiones y conceptos de mujer.

El feminismo, como fuerza propulsora, debe descansar en las dos bases fundamentales: inteligencia y serenidad.

Amor, justicia, fraternidad, la suprema trilogía del bien. Cuando nos recogemos tarde, hemos percibido a través de los resquicios de una ventana un rayo de luz murienté... Surge y proyéctase sobre la calle solitaria indicando que un ser tra- baja, sufre, sueña acaso, Si escucháis, os sorprenderá el tie tac sonoro de una máquina de coser. Evocad la escena: el tu- gurio estrecho, la muchacha anémica que se encorva como un tallo sobre la espumosa onda de encajes y sedas de un traje bupelal...

Obra de feminismo se hace aquí bien necesaria. La mujer no sólo propaga sentimiento y arte... Reporta utilidad con su trabajo, comodidad, beneficio a la sociedad y al Estado.

Las mujeres que escriben y que tanto imperio ejercen so- bre el corazón, bellas y coquetas mujeres que aman la caridad y aman el baile, que no producen intelectualmente, pero que derraman poesía, deben velar por las otras, por aquellas cu- yas energías devora el insaciable minotauro de la fábrica, por

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