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ENCUESTA FEMINISTA ARGENTINA o o o


bienestar público; pero, ¿adónde han ido los hombres que oeu- paban esas oficinas? ¿Han hallado otros empleos? En la Ju- cha por el trabajo de nuestra civilización, no es muy posi- ble”.

A la primera objeción, contestan las feministas aconsejando llevar a la práctica el lema socialista: a jnal trabajo, igual salario; a la segunda, responde M. Durand, que el trabajo de que la sociedad dispone no es una cantidad fijada para siempre, de modo que los nuevos obreres no hallen puesto, antes por el contrario, la civilización los aumenta sin cesar y extraordi- narizmente: los hombres exelnídos de etertos tr 3 halla- rán otras ocupaciones nuevas.

“Las mujeres, al invadir los arebivos, escritorios y demás trabajes secundarios, los impulsarán poco a poeo a las grandes empresas, a las tareas penosas y hasta peligrosas, más en ar- monía con las fuerzas del hombre que koy tiende a afeminarse en empleos que no exigen mayor esfuerzo que el que las mu- jeres podrían desplegar para eumplirlos”.

Además, es útil para la sociedad que el elemento femenino con sus cualidades especiales de orden, método, prolijidad, de- licadeza, perseverancia, previsión y esernpulosidad, interven- ga en todas las ocupaciones que armonicen con ellas.

En nuestro país, por ejemplo, la admisión de la mujer en aquellos empleos públicos decorosos aunque, poco remunera- dos, como ser los de. bibliotecario y otros puestos de menor cuantía, en los ministerios, aun euando diera por resultado desalojar a muchos, muchísimos jóvenes, traería ataso como ventaja curar a los demás de cse mal que alguien ha llamado “empleomanía” y que hoy reviste entre nesctros proporciones alarmantes: la generalidad sólo pretende obtener un título oficial para conseguir en seguida vivir a espensas del Estado, aceptando los empleos más humildes a veces y de muy escasa remuneración. Con la superior inteligencia que todos recono- cen a los argentinos, se ingeniarían, enado esos recursos falta- ran, en buscar otras ocupaciones que, si bien exigen mayor es- fuerzo, serían también más últiles para ellos mismos y para su país.

En esta tierra nueva, hay muchos ricos filones sin explotar; nuestras inmensas tierras vírgenes aguardan aún la labor fe- eundante de sus hijos; nuestras industrias incipientes necesi- tan de su bien inspirado impulso; las ciencias, las artes. las





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