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LA MUJER RS

repartirá por igual en la familia. Echad a la plaaz pública. al comicio, al tribunal, a vuestra madre, a vuestra hermana, y ve- réis cómo quedáis Imérfanos, y veréis cómo entra a vuestra sala un pleito, un voto, un discurso, en vez de una sonrisa, de una canción, de una mano ungida de caridad, de amor y de ternura.

Actualmente vivimos bajo un furor novísimo: el furor de- moerático. Todo es democracia, todo es asamblea, todo es su- fragio universal; y con las mujeres tras de los hombres pro- testando de no tener cabida en la turbulencia democrática, en la erita diaria por una libertad que tan amenudo se trueca en licencioso vértigo. Ellas quieren sacar del pandemonium una parte apreciable y luchan por el feminismo, porque no quieren entender que la Naturaleza dió a cada ser su destino, a cada cosa su lugar, sacados de los cuales dejan de ser lo que Dios quiso que fueran.

Hoy, en la conciencia humana se ha formado la idea de que la felicidad social consiste en organizar los pueblos democráti- amente; es la panacea de hoy, como hace un siglo, en Europa, se ereyó que todo mal social quedaba curado guillotinando po- pularmente reyes y príncipes y organizando convenciones de verdugos al son de cantos plebeyos. Tal vez los hombres con- sigan organizar bien la democracia y dar a cada pueblo un gobierno impecable; pero háganlo ellos, solamente ellos, sin desoir el consejo de la esposa y de la hermana. No organiza- rán jamás sociedades felices y prósperas los demócratas que permiten el triunfo del feminismo del foro — permítaseme la expresión, — sino los demócratas que mantengan organizada la familia sobre las bases naturales: una madre que alimente el cuerpo y el alma de los hijos, una esposa que no deje apa- gar nunca la llama de la gracia, porque sin amor y sin belleza

por eustodios, el hogar será el asilo del desengaño y la amar- gura.


Luis Reyna Almandos,

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