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Encuesta FEMINISTA ARGENTINA Ea

establece que todo empleado que depende del estado, “varón”, meyor de 18 años, que trabaje ocho horas diarias o más, y que no reciba habitación, alimentos o vestidos, ganará un suel- do mínimo de cien pesos mensuales o cuatro pesos por día?

A mi modo de ver—y estoy muy lejos de pretender que sea el buieno—dejando por ahora a un lado los demás problemas de la evolución femenina, el que debe ser resuelto sin tardanza es el siguiente, y parece sencillísimo: Que la mujer pueda Ne- sar a mantenerse y mantener a sus hijos, socún su rango, por medio honesto.

El coneepto es duro, pero es la purísima verdad.

Ahora preguntamos: ¿Por qué cn la elevación del sexo débil la evolución se hace tan lentamente y hay un atraso tan sen- sible en nuestra eivilización? Contesto: Porque al hombre no le interesa mayormente y aprovecha de esa situsrión.. No digo quie aproveche porque quiera reservarse para él únicamente el campo de acción de la fortuna y el poder; eso sería sola- mente un egoísmo, annque inmenso, muy humano. No; el mo- tivo es más bajo; aprovecha, porque la mujer, que significa rara él lujo o vanidad en algunos casos, afecto, distracción o conveniencia en otros, y esclava siempre, no tiene más remedio que recurrir a él cuondo está hambrienta, cuando quiere abrir- se paso en cualquier forma para poder vivir, y antes que pro- porcionarle un empleo remunerado prefiere darle el dinero eouivalente a ese puesto.

Es cierto, también, que en la mujer hay latente un instinto de servilismo que los hombres explotan. Este instinto atávico va desapareciendo pozo a poco y desaparecerá totalmente cuan- do no sea necesario, como ha sucedido con las uñas de los kombres, que, teniéndolas los primitivos duras y largas como grrras, a fuerza de no emplearlas y de haberles sugerido su ingenio otros medios para defenderse, han resultado sin eon- sistencia y sin longitud. En las esferas superiores, donde la mujer se ha independizado más, ya casi no existe y sólo queda gún donde continúa siendo esclava.

La matrona opina, desde su hogar bien constituído, donde no ha carecido de nada, o, si ha carecido, donde no le ha fal- tado nunca el apoyo de su familia: “La mujer debe cuidar de su casa y de sus hijos, formarlos para el bien y la virtud, no abandonarlos en manos mercenarias, ser la compañera de su esposo, ayudarlo en lo posible y hacerle un ambiente agrada-



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