LA MUJER E
cuien deberá votarse sea buen mozo, simpático y conquist
dor! En las pequeñas ciudades o pueblitos donde todo llega
saberse, los maridos prohibirían a sus consortes darle profe
encia, porque, por aquello de que los hombres son tan vanido-
so3, seguramente erecría éste que lo elegían por su arrogante
ba
apostura. ¿Y entre las mujeres y los hombres con diferen ideas religiosas?... En fin, imposible enumerar, ni presentir, la infinidad de desavenencias que surgirían, a no ser que. donde el voto es absolutamente seereto, la mujer resolviera guardar su opinión para votar como mejor la pareciese, fomen- tando así en el hogar el disimulo, la hipocresía y la falta de losltad y de confianza.
El feminismo encierra problemas muy arduos, muy comple- jos, que atañen a muchos intereses, que se han discutido, es- tudiado y disecado en muchos libros con atención e inteligen- ela, y que, por lo tanto, difícilmente pueden resolverlos algunos ecrebros bien inteneienados, pero tal vez demasiado entusias- tas y exaltados para poder pesar con exactitud el pro y el contra de semejante acontecimiento, como sería la igualdad l.- gal absoluta de ambos sexos.
La palabra feminismo alarma a las gentes pacíficas y con- servadoras, porque sólo tienen presente el feminismo socialista o anarquista, y más que nada la manera como generalmente es sentido. Pero hay otro feminismo, aunque no haya sido defini- do, ni forme un cuerpo de doctrina; un feminismo que vive latente en infinitas inteligencias; un feminismo atenuado y, des- de luego, más factible que el otro y cuyos medios no serían la imposición y la violencia, sino la persuación y la perse- verancia.
Proponerse el mejoramiento económico de la mujer, es, pues, hacer obra feminista; y sólo en ese sentido debe entenderse este artículo, pues considera que la independencia económica es para la mujer más urgente que ninguna otra, e indudable- mente más práctica. Es preferible mil veces procurarle traba- jo a la que no lo tiene, que darle limosna, pues ésta, en mu- chos casos, humilla. Pero el trabajo ha de ser tan bien remu- nerado como el del hombre, y no necesariamente menes consi- derado, como sucede aún en los empleos más sencillos, más fáciles de desempeñar.
. ¿Cómo no protestar, por ejemplo, contra la injusticia que implica el artículo 6”. de la ley de presupuesto en vigor, que
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