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Sería inoficioso aquí querer demostrar hasta qué punto pa- dccen error los que sostienen que la ignorancia favoreco en



la mujer las virtudes domésticas. Sin hablar de la pobre com- pañía que ella representa para el hombre, cuya obra dificul ta privándole de la ayuda inteligente que tendría derecho a ex en la resolución de los mil problemas cuotidianos que a a:bos interesan, la ignorancia de la madre, se convertirá por lo me- nos en una eausa de retardo para cl hijo, malogrando los es- fuerzos que se hagan más tarde por su educación, porque no babrá recibido con la sangre ese germen selecto que, desz ciadamente, no se puede inocular como la vacuna.

Mientras padres, educadores y gobernantes no se penet"en por completo de su deber social, con respecto a la formación de las mujeres, será forzoso que éstas deban soportar el equí- voco de recibir recriminaciones cada vez que la colectividad compruebe en sí misma una falta cuyo origen está en la fa- wilia, y de no poder reclamar el derecho a asumir tal respon- sabilidad con la conciencia que toda responsabilidad supone. ¡Caso único en que se hace recaer sobre una parte de la hun: nidad, la misma que ésta ha dado en llamar débil, la eulpa de que, en verdad de verdades, es ella la mayor de las víctimas y quizá no la menos inocente!

Mientras un concepto más racional de lo que debe ser la edu- cación femenina, no se arraigue en los pueblos, tendremos «¿ne soportar la injusticia de que la sociedad moteje a las mujeres su frivolidad, que estimula con elogios exagerados, su debilidad que aplaude como un encanto más y que la lleva a desdeñiar to- do esfuerzo; su versatilidad que fomenta inspirándole la idea de que ro se han hecho para ella los estudios serios; su incon- scenencia que prepara haciéndole una moral para su uso ex- clusivo, formada casi en absoluto de convencionalismos y mira- mientos sociales; que se la considere como una carga para el hombre que no ha sabido hacerla más útil, y que se la culpe de que, como madre, no haya dado al hijo, pese al amor y consa- gración que le destina, una voluntad que sabe lo que quiere y un corazón que no ignora por qué siente.

Pues bien, el Congreso Femenino Internacional la ereído, como lo creen ya muchos, que si la educación femenina no ha avanzado aun todo lo que pudiera, es porque la mujer misma no se ha propuesto seriamente conseguirlo, sin duda porqne añn no se la detenido bastante a pensar que esa ha de sor






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