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ENCUESTA FEMINISTA ARGENTINA

A

El espectáculo inicuo de la guerra entre los pueblos por de- fender principios convencionales de honor nacional, vacíos de sentido humano, ha despertado en la mujer antes que en el hombre, el horror unido al vehemente deseo de concluir con ese resto de la antigua barbarie. De boca de una mujer, la baronesa de Suttner, ha oído el mundo por primera vez el gri- to de “¡Abajo las armas!”; y en este mismo año el premio Nobel ba sido discernido a Selma Langerlof, cuya obra llena de humanismo dulce y consolador, es un verdadero salmo al amor y a la paz.

La campaña anti-alcoholista, destinada a trabajar por el mejoramiento físico de la especie, impidiendo la degeneración y el sufrimiento con que por lo general grava a seres inocentes, y que en Nueva Zelandia, Estados Unidos y Noruega, ha con- aeguido triunfos tan notables, es allí obra casi exclusiva de las mujeres.

Y bien, si para afianzar en el mundo el reinado del amor y la igualdad, de la salud, de la paz y de la justicia, fuera nece- sario conceder a la mujer todos los derechos, ¿qué espíritu equi- Iibrado y qué corazón bien puesto tendría la fuerza de negár- selos?

Es necesario reconocer que se ha procedido con acierto y con entero convencimiento de las necesidades en países como los de América—al elegir como eslabón que vincule el pensamien- to de las mujeres, la educación y la instrucción femeninas en todos los órdenes de la vida, y teniendo como fin el acrecenta- miento de la felicidad en la familia, en la sociedad y en la raza.

Sin duda que estamos hoy a gran distancia de aquella época ea que podía aceptarse y tenerse por sabio el precepto de San Pablo: “Que la mujer obedezea, sirva y calle”, y de aquella en que se consideraba que fuera de las ocupaciones puramente domésticas, era peligroso permitir que la inteligencia femenina se ejercitase libremente.

Pero aun cuando estemos todos conformes en reconocer que su campo de acción más propicio y en el que más a gusto pue- de encontrarse, es el del hogar, la observación demuestra cla- ramente que sólo está en condiciones de desenvolverse en él son acierto y conciencia, aquella mujer cuya preparación no ha descuidado ninguna de las diversas fases de su ministerio.

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