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empicza a manifestarse y lucha por crecer a medida que se afirma en la mnjer la coi ia de sus derechos y, sobre todo, de sus ineludibles deberes como tal?

Y si no, recuérdese que desde Rivadavia está casi exelusiva- mente en manos de la mujer la beneficencia que ha derramado el bien a través de todo el país, asumiendo las formas más variadas; que desde Sarmiento, es árbitro de la educación de la infancia; obsérvese cómo, impulsada algunes veces por la razón económica, Nevada otras por su legítima aspiración de mejora, ha ido abrazando todas las ocupaciones y penetrando en todas las profesiones, aún en aquellas que reclaman una con- centración de que se la había creído incapaz.

Si no por el número, a lo menos por la calidad de sus ex- ponentes, la mujer argentina tiene el derecho de reclamar un Ronroso para sus educacionistas, sus redactoras de perió- dicos, sus médicas, sus artistas y para sus trabajadoras, en fin, que en el laboratorio, en el taller o en el seno de las asociaciones filantrópicas, hacen obra profundamente feminista, mal que pese a algunas cirse así calificadas, porque entendemos que por levantar el nivel material y moral de su sexo, y eso y no otra cosa, es el feminismo.

Asi interpretado, es el movimiento que gana cada día nue- s posicionez. Cierto que no puede contar con un solo adver-

porque ¿dónde encontraremos un espíritu por timorato

que pudiéramos suponerlo, que se declare en pugua con la fe- lieidad y el eunoblecimiento de la especie humana? ¿Quién ba de ser tan ciego o tan empecinado que se niegue a admitir un factor concurrente cuando se trate de hacer subir un tramo a la sociedad en el concepto del mutuo servicio y de la simpatía?

He aquí por qué el feminismo ha avanzado tan rápidamente. El secreto resorte que le da impulso, es más fuerte de lo que muchos suponen y tiene energías aún no puestas totalmente en go, pero que serán sin duda la razón de sus triunfos cada vez más conscientes.

Y digo conscientes para significar que si ofuscaciones pasa- jcras du que son susceptibles todas las masas empeñadas en llevar adelante un principio, han podido inducir 2 algunos en la creencia de que el feminismo levanta una bandera, bajo en- yos pliegues la familia en lugar de estrechar sus vínculos los repudia, corresponde a la mujer demostrar el error de tal ereencia, pues de lo contrario habría que perder la fe en un













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