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Cuánto en ti pueden padecer ¡oh patria!
¡Si ya tus hijos sin dolor te dejan!
II
Como a impulsos de lenta
Enfermedad, hoy cien, y cien mañana,
De nuestra vida hasta perder la cuenta,
Racimo tras racimo se desgrana.
Palomas que la zorra y el milano
A ahuyentar van, del palomar nativo
Parten con el afán del fugitivo,
Y parten quizás en vano;
Pues al posar el fatigado vuelo
Acaso en el confín de otra llanura,
Ven agostarse el fruto que madura,
Y el águila cerniéndose en el cielo.