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En las desiertas lomas, donde sólo
Áridos riscos á su paso encuentra;
Los narcisos y blancas margaritas
Que apiñadas brillaban entre el musgo
Cual brillan las estrellas en la altura;
Los lirios perfumados, las violetas,
Los miosotis, azules como el cielo
— Y que bordando la ribera undosa
Recordábanle al triste enamorado
Que de las aguas se sentaba al borde
Aquella dulce frase, ¡siempre inútil,
Mas repetida siempre!: "No me olvides",
Todo marchito y sepultado todo
Sin compasión, bajo el terrible peso
De los ya inertes troncos. La corriente
Mansa del Sar, entre sus ondas plácidas
Arrastrando en silencio los despojos
Del sagrado recinto, y de la dura
Hacha los golpes resonando huecos,
Cual suelen resonar los del martillo
Al remachar de un ataúd los clavos...

Ya en el paraje agreste y escondido
Que tanto hemos amado; ya en el bello
Lugar en donde con afán las almas
Buscaban un refugio, y en alegres
Bandadas, al llegar la primavera
En unión de los pájaros, las gentes
De aire, de flores y de luz ansiosas
Iban a respirar vida y perfumes,