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Ya no entonan en ellas los pájaros
Sus canciones de amor, ni se juntan
Cuando mayo alborea en la fronda
Que quedó de sus robles desnuda.
Sólo el viento al pasar trae el eco,
Del cuervo que grazna,
Del lobo que aulla.

III

Una mancha sombría y extensa
Borda á trechos del monte la falda,
Semejante a legión aguerrida
Que acampase en la abrupta montaña
Lanzando alaridos
De sorda amenaza.

Son pinares que al suelo desnudo
De su antiguo ropaje le prestan
Con el suyo el adorno salvaje
Que resiste del tiempo á la afrenta
Y corona de eterna verdura
Las ásperas breñas.

Árbol duro y altivo, que gustas
De escuchar el rumor del Océano
Y gemir con la brisa marina
De la playa en el blanco desierto,
¡Yo te amo!, y mi vista reposa
Con placer en los tibios reflejos