— Detente un punto, pensamiento inquieto;
La victoria te espera,
El amor y la gloria te sonríen.
¿Nada de esto te halaga ni encadena?
— Dejadme solo y olvidado y libre;
Quiero errante vagar en las tinieblas;
Mi ilusión más querida
Sólo allí dulce y sin rubor me besa.
Moría el sol, y las marchitas hojas
De los robles, á impulso de la brisa,
En silenciosos y revueltos giros
Sobre el fango caían:
Ellas, que tan hermosas y tan puras
En el abril vinieran á la vida.
Ya era el otoño caprichoso y bello:
¡Cuan bella y caprichosa es la alegría!
Pues en la tumba de las muertas hojas
Vieron sólo esperanzas y sonrisas.
Extinguióse la luz: llegó la noche
Como la muerte y el dolor, sombría;
Estalló el trueno, el río desbordóse
Arrastrando en sus aguas a las víctimas;