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Poesías

¡Pero qué aprisa en este mundo triste
Todas las cosas van!
¡Que las domina el vértigo creyérase!...
La que ayer fué capullo, es rosa ya,
Y pronto agostará rosas y plantas
El calor estival.

Candente está la atmósfera;
Explora el zorro la desierta vía;
Insalubre se torna
Del limpio arroyo el agua cristalina,
Y el pino aguarda inmóvil
Los besos inconstantes de la brisa.

Imponente silencio
Agobia la campiña;
Sólo el zumbido del insecto se oye
En las extensas y húmedas umbrías;
Monótono y constante
Como el sordo estertor de la agonía.

Bien pudiera llamarse, en el estío,
La hora del mediodía,
Noche en que al hombre de luchar cansado
Más que nunca le irritan,
De la materia la imponente fuerza
Y del alma las ansias infinitas.

Tomo I.
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