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El templo que tanto quise...
Pues no sé decir ya si le quiero,
Que en el rudo vaivén que sin tregua
Se agitan mis pensamientos,
Dudo si el rencor adusto
Vive unido al amor en mi pecho.

Y no son sólo estas combinaciones llenas de armonía nueva lo que hoy nos asombra en el libro de Rosalía Castro. En él aparecen metros enteramente nuevos entonces: el verso de nueve sílabas, como hemistiquio de uno de diez y ocho, de esta manera:

Su ciega y loca fantasía corrió arrastrada por el vértigo,
Tal como arrastra las arenas el huracán en el desierto.
Y cual halcón que cae herido en la laguna pestilente,
Cayó en el cieno de la vida, rotas las alas para siempre.
Mas aun sin alas, cree o sueña que cruza el aire, los espacios,
Y aun entre el lodo se ve limpio cual de la nieve el copo blanco.

El de diez y seis, formado por dos hemistiquios de a ocho, verso que sólo se personaliza por la regularidad de los acentos, úsalo Rosalía tal como lo emplean nuestros poetas de hoy:

¡Pensamientos de alas negras! Huid, huid azorados,
Como bandada de cuervos por la tormenta acosados,
O como abejas salvajes en quien el fuego hizo presa;
Dejad que amanezca el día de resplandores benditos,
En cuya luz se presienten los placeres infinitos...
¡Y huid con vuestra perenne sombra que en el alma pesa!