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De los aplausos prodigados siempre
De un modo igual a todos.
Todos genios
Sublimes e inmortales se proclaman
Sin rubor; mas bien presto
Al ruido de la efímera victoria
Se sucede el silencio
Sepulcral del olvido, y juntos todos,
Los grandes, los medianos, los pequeños,
Cual en tumba común, perdidos quedan
Sin que nadie se acuerde que existieron.


Glorias hay que deslumbran, cual deslumbra
El vivo resplandor de los relámpagos,
Y que como él se apagan en la sombra,
Sin dejar de su luz huella ni rastro.

Yo prefiero de ese brillo de un instante
La triste soledad donde batallo,
Y adonde nunca a perturbar mi espíritu
Llega el vano rumor de los aplausos.


¡Oh gloria!, deidad vana cual todas las deidades,
Que en el orgullo humano tienen altar y asiento,
Jamás te rendí culto, jamás mi frente altiva
Se inclinó de tu trono ante el dosel soberbio.