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- — ¡Ah!, siento más tus penas que mis penas.
- — ¿Por qué, pues, me hablas de morir?
- ¡Dios mío!
- — ¿Por qué, pues, me hablas de morir?
¿Por qué ya del sepulcro el viento frío Lleva mi nave al ignorado puerto?
- — ¡No puede ser!... Mas oye: ¡vivo o muerto,
Tú solo, y para siempre!.,. Te lo juro.
- — No hay por qué jurar; mas si tan bello
Sueño al fin se cumpliera, sin enojos Cerrando en paz los fatigados ojos, Fuera a esperarte á mi sepulcro obscuro. Pero... es tan inconstante y tan liviano El flaco y débil corazón humano, Que lo pienso, alma mía, y te lo digo, Serás feliz más tarde ó más temprano. —
- Y en tanto ella llorando protestaba,
Y él sonriendo, irónico y sombrío, En sus amantes brazos la estrechaba.
- Cantaba un grillo en el vecino muro,
- Y cual mudo testigo
- Cantaba un grillo en el vecino muro,
La luna, que en el cielo se elevaba,
- Sobre ambos reflejaba
Su fulgor siempre casto y siempre amigo. <poem>