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La venturosa copa del placer para siempre
Rota a mis pies está,
Y en la del dolor llena..., ¡llena hasta desbordarse!,
Ni penas ni amarguras pueden caber ya más.

øøø

Muda la luna y como siempre pálida
Mientras recorre la azulada esfera,
Seguida de su séquito
De nubes y de estrellas,
Rencorosa despierta en mi memoria
Yo no sé qué fantasmas y quimeras.
 
Y con sus dulces misteriosos rayos
Derrama en mis entrañas tanta hiél,
Que pienso con placer que ella, la eterna,
Ha de pasar también.

øøø

Nos dicen que se adoran la aurora y el crepúsculo,
Mas entre el sol que nace y el que triste declina,
Medió siempre el abismo que media entre la cuna
Y el sepulcro en la vida.

Pero llegará un tiempo quizás, cuando los siglos
No se cuenten y el mundo por siempre haya pasado,
En el que nunca tornen tras de la noche el alba
Ni se hunda entre las sombras del sol el tibio rayo.