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SEGUNDA PARTE


I

—Valroy—dijo Carmesy, cogiéndose familiarmente del brazo del Conde,—nuestras pipas hacen estornudar á estas señoras... Vámonos más lejos.

Y ambos se marcharon apoyados el uno en el otro como dos buenos amigos.

—Eso es, déjennos ustedes solas; todos los pretextos son buenos—exclamó la condesa Antonieta, incorporándose en su butaca y con la cara casi animada.—Jacobo y Bella nos han dejado ya... Me parece bien.

—Un instante—respondió Valroy volviendo la cabeza; nada más que un instante, querida amiga.

—Déjalos, hija mía—dijo dulcemente la de Reteuil, llena de beatitud;—tienen que hablar de sus negocios.

Pero la marquesa Adelaida apoyó á Antonieta y aprobó su reproche. Para todo había tiempo y no se debía dejar la mesa, así, inmediatamente después de