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LA INFANCIA DE EDGAR POE.

reprensiones que herían su naciente amor propio y su altivez natural; muy al contrario, á menudo arrojaba los brazos al cuello de Mr. Allan, y lo besaba cordialmente, en el momento mismo de haber sido castigado. De igual hidalguía hacía gala en sus relaciones con sus compañeros de juego.

Como si sintiera la necesidad de concentrar en alguien sus afecciones, y de consagrar en algún altar delicado las cosas más brillantes que la fortuna le procuraba, las ofrecia siempre á alguna ninita de su edad, á quien miraba con el sentimiento más ideal y caballeresco, colmándola de dulces, juguetes y flores, y haciéndola el ostensible objeto de su adoración.

Había en él una precocidad extraordinaria. Tenia apenas 5 años, y la vista de una niña lo emocionaba, encantándole la perspectiva de serle simpático. Una vez, en un banquete, al que Mr. Allan lo había llevado, vio una jovencita, cuya conversación y amabilidad lo llenaron de placer. En lo mejor de la charla inocente que sostenían, Mr. Allan le comunicó su resolución de retirarse. Llenólo de turbación y despecho este contratiempo, pero disimulándolo con gran arte, salió de la casa con el Sr. Allan, á quien acompañaban varios amigos. En el camino, se subió, sin que nadie lo viera, á un catalpa, con la intención de sustraerse momentáneamente al dominio de su padre, y continuar su romántica aventura, mientras era buscado por todas partes.

Sin embargo, una de las ramas del catalpa se rompió, y Edgar cayó á un pozo que había debajo el árbol, habiéndose salvado de una muerte segura por la oportunidad de los auxilios que le prestaron. Entonces