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EN LA BRECHA.

prensible metafísica de las viejas escuelas, se han derrumbado como un ejército de fantasmas, ante el soplo vigoroso del método experimental.

La revolución iniciada en el mundo de las entidades imaginarias por Voltaire, y continuada por la escuela de Mr. Carlos Darwin y Mr. Herbert Spencer, ha sujetado todos los conocimientos á un examen implacable y minucioso. Hoy, sabemos lo que somos.

Sabemos, por ejemplo, que nuestro hermoso estado actual, no es más que la consecuencia de una evolución de los organismos, que pasando sucesiva y lentamente de una forma poco elevada á otra cada vez más alta, se han colocado en condiciones de responder á las variadas exigencias de la vida contemporánea.

El hombre es de un producto del medio. Hay instintos felices que, bien desarrollados, contribuyen poderosamente á la vida del progreso; y hay otros que, si no son restringidos y abolidos, perjudican á la existencia individual y colectiva, retrogradando ciertos ejemplares de la especie á modalidades inferiores.

Un hábito de favorecimiento de los primeros, y de represión de los segundos, debe operar en el modus vivendi de los seres las modificaciones necesarias para obtener la mayor suma de felicidad.

Esta es la psicología de la época; este es el credo del mundo científico.

Si Mr. Zola es un filósofo de la escuela moderna, como parece pretender, debe haber aceptado la fórmula de que el hombre es tanto más apreciable cuanta mayor es la utilidad que produce á la gran familia humana.