Página:En la brecha - Carlos Olivera.pdf/57

Esta página ha sido corregida
47
EMILIO ZOLA.

en cuanto los ha creído dignos de un castigo tan inmundo como el que les ha infligido.

¿Sostiene simplemente que el arte debe concretarse á copiar la naturaleza, ya sea ésta baja, elevada, bella ó monstruosa?

Podríamos responderle que para eso tenemos el procedimiento fotográfico, y que nuestro buen sentido nos llevaría á emplearlo para la reprodución de los más lindos tipos, en las más lindas excenas que pudiéramos encontrar. Jamás iríamos á sorprenderlos en el momento en que se nos ocultan, justamente para evitarnos el espectáculo de sus miserias, á pretexto de que así haríamos «naturalismo».

¡Naturalismo! ¿Acaso tiene Zola tampoco el derecho de llamar así á su método de composición? No ha inventado él la teoria del realismo, ni sus obras pueden aspirar á ese título honroso. Podemos retrazar el orígen de la escuela naturalista á la más remota antigüedad del arte, siempre que nos sea permitido entender por naturalismo», un más estrecho amor á la verdad que el que vincula el enrolamiento en la escuela clásica, idealista ó romántica.

Y digo permitir, porque á causa de la falta de adjetivos apropiados, se ha dado en llamar realista á la literatura de Zola, desviando así la palabra de su sentido recto y honesto.

En efecto, los recientes trabajos de Verón han demostrado que la escultura griega, en no bajo grado, cuenta con obras que son pura y simplemente la copia de la naturaleza, sin que á su confección haya presidido el pensamiento de representar en ellas modalidades ele-