Distinguido amigo:
Acabo de terminar un exámen de su libro, necesario
para formar juicio exacto acerca de él, pués es de
esos que parecen exigir una lectura rápida, como rápido
es el encadenamiento de los sucesos que relata. Y no
sé por qué me encuentro con la pluma en la mano, eacribiéndole esta carta, yo que soy tan poco aficionado al
género. Para tal resultado han debido mediar circunstancias especiales, y ser la obra sujestiva en grado sumo.
Lo es por su misma objétividad, y médian esas circunstancias especiales, pués vuelvo de las regiones que Vd.
describe, y me ocupo de ellas con todo entusiasmo. Necesitaba decirle lo que pienso de esa obra porque una satisfacción como un dolor, necesita expansiones, y mi
carta, que no esperará sin duda, ha sido instintivamente
comenzada con ese objeto.
Cuando leí su País de los Matreros me ocurrió lo mismo; pero la pereza de tomar la pluma acabadaa de dejar después de un artículo de diario, y amenazándome con la operación de arrancarle el siguiente, pudo más que mi