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V.

Perspectivas

Tarde es para un lobero despertar cuando los rayos del sól comienzan á calentar y confieso que al pisar la cubierta, mis compañeros me recibieron con una rechifla que yo agradecí, porqué, á la verdad, jamás habría soñado encontrar bajo aquellas ásperas cortezas, tesoros de afecto y de ternura como los que encontré.

Aquellos hombres, curtidos por el sól de los trópicos y quemados por los hielos de las lejanas tierras de Graham, recorridas en los veleros noruegos y yankees, que se arriesgan en aquellas latitudes — donde aún no ha ondeado la bandera azúl y blanca, por más que no disten sinó quinientas millas de nuestro territorio y encierren riquezas que, por más que poseamos muchas, no tenemos porqué despreciar — parecían sentirse rejuvenecidos cuando me veían á su lado y era de admirar el afán que demostraban por adiestrarme en su arte rudo y en todo aquello que su experiencia les habia enseñado.