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CRÓQUIS FUEGUINOS

os Montes y representante en los mares australes, según él, de la más antigua nobleza lusitana.

Luego que los comerciantes bajaron a tierra y «The Queen» solo contuvo á bordo los cinco desesperados que pretendíamos jugar nuestra vida contra una caricia de la fortuna, el capitán Smith nos reunió en la camareta y abriendo una botella de snáp, dijo, con su sonrisa habituál, que esta vez tenía algo de risueñamente grave que yo hasta entonces no le había notado:

— No tengo para qué decirles, ¿eh?... Ya me conocen... ¡Yo me vuelvo rico ó me quedo allí! ¡Ese es mi propósito y debe ser el de los que me acompañen! Así, pués, todavía está en tiempo de quedarse el que quiera, y á fé de Samuel Smith dueño del cútter «The Queen» de treinta y cinco toneladas de porte, que no guardaré mal recuerdo del que lo haga!.... ¡Chicote que se ha de cortar, que se corte!

— Vean —exclamó aquí el portugués, que siendo moreno, bajo, de cútis apergaminado con un tinte bilioso pronunciadisimo, era la antítesis del austriaco Intronich, rosado, con una talla de casi dos metros, fornido, ventrudo, por lo cuál en los canales era conocido por Avutarda— ese mismo discurso, se lo he oído ya varias veces! Este, no dá un paso sin pronunciarle, á lo que parece. Una vez se lo oí allá en el Mar de la Sonda... ¿Te acuerdas Smith?... ¡Cuando abandonamos el costado del «Victoria», capitan Stevenson!.... La otra, cuando nos desertamos de las filas del brick aquél con que hacíamos el crucero de Buena Esperanza. capitán Sherfield ...

— ¡Hombre!... ¡Es cierto! ... ¿Sabes que acabo de dejarlo ahí en el muelle al tál capitán?.... Anda de judío: ¡se llama El Gorro de Doña Catalina!... ¡Bueno! Esto es otra cosa: ahora no se trata de juguetes ni de contar historias!... Vamos á téoer que echar el resto y así, el que no esté