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CRÓQUIS FUEGUINOS

llena. Cuando cae aquí un lobero con plata, tiene que ser muy hombre para escaparse: sinó se la sacan con la bebida, es con las mujeres ó con las casas de juego.... Vea: esta población es chica como Vd. vé —quizás seis mil almas— bueno: aquí hay más de cinco mujeres por hombre y él negocio mas fuerte que hacen los barcos que ván á Chile, es de botellas y cascos vacios!

— ¿Y el comercio es bonrado?.... ¿Es rico?

— ¿Rico? ... ¡Ya lo creo! .... Hay casas de mala muerte en apariencia —sobre todo aquí en el puerto,— que tienen capitál de cién y de doscientos mil pesos. Ahora, de honrado no sé: cuando Vd. compa~ porotos son capaces de mezclárselos con piedras.... Esto no lo harán todos, los millonarios como Menendez, por ejemplo, pero algunos no le quepa duda que lo hacen.

— ¡Bueno.... eso es naturál!..... La gente tiene que vivir.

— Claro que tiene que vivir, pero eso no quiere decir qué lo haga á costa de uno. Aquí al que cae con plata le toman como carnada: los voraces le atropellan, le atosigan, le muerden, le empujan!.... ¿Vé esos dos que van entrando?.... ¡Le apuesto á que nos buscan á nosotros: ya verá; déjemelos á mí no más!

Dos individuos, ni altos ni bajos, ni gruesos ni flacos y vestidos con trajes obscuros —una pieza de género utilizada en familia— se detuvieron ante nuestra mesa y quitándose el sombrero y dejando ver ambos una gran calva lustrosa, dijo uno de ellos-hablando por la nariz y comiéndose la mayor parte de las sílabas, como es de hábito en los chilenos:

— ¿Los niños son los que andan por ir á lobear en ese cútter que está ahí á la vera del muelle?

— Sí señor.