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CRÓQUIS FUEGUINOS

creyéndonos en peligro, pués los del faro tomaron nuestras señales como de auxilio... Fué un acto lindo para la marina de guerra argentina y para la mercante inglesa... Mandaba la lancha un teniente Beccar, argentino.

El indio Culcóian habló largo con Matias y éste, después de interrumpirlo várias veces con monosílabos, nos dijo:

—Dice éste, que del otro lado de una cerrillada que pasaremos mañana, hay un paraje dónde los guanacos abundan como pasto. Piden que les cacemos algunos con las carabinas, pués necesitan llevarles cueros á sus mujeres.

—¡Pero, hombre!—exclamé.—Estos indios no piensan sinó en las mujeres, á lo que parece?

—Són cariñosísimos.—replicó ·Matías.—Vea; tengo un cuñado, que sobre sér un jastiál, es un tigre por lo bravo y corajudo: véz pasada, la mujer se hallaba en trance apurado adentro del toldo y nosotros en el fogón estábamos churrasqueando: derrepente veo que el indio sale, se empaca al lado de la puerta y empieza á pujár. Naturalmente le pregunté qué le pasaba y me contestó compungido: haciendo fuerza para ayudar, hermano...

No solaménte són cariñosos, sinó también delicados á su modo!