Página:En el Mar Austral - Fray Mocho - Jose Seferino Alvarez.pdf/253

Esta página no ha sido corregida
251
CRÓQUIS FUEGUINOS

Smith se había apartado un poco de la rueda y volvió trayendo en la mano un tarrito de conservas ascendido á jarro ,Y ántes que Matías pudiera impedirlo, lo ofreció al jefe ona, galantemente.

Este lo tomó con toda prosopopeya, lo miró por fuera á la lúz del fogón y luego de llevarlo á la nariz lo tiró violentamente y poniéndose de pié, habló airado á sus compañeros, que le imitaron.

Matías, consternado, les hablaba con calór, señalando á Smith, quien comprendiendo que había hecho una barbaridad seguramente, aún cuando, como nosotros, no veía cuál, adoptó un aire contrito.

Después de un largo parlamento, los ánimos se apaciguaron y la tranquilidad se restableció. por más que los indios, desde ese momento, comenzaron á mirar á Smith con visible desconfianza: Matías, volviéndose á nosotros, nos explicó la escéna brevemente, rogándonos que no volviéramos á repetirla.

—Nuestro amigo está enojado porqué le hás ofendido ofreciéndole guachacay: ningún ona que se estime bebe alcóbol, ni fuma, ni come azúcar!

—Diles que no sean animales,—interrumpió La Avutarda.

—No: la, cosa es séria, es asunto de religión y hay que respetar. ¿No vieron la indignación?... Dicen que ofrecerles á ellos esos venenos, es tomarles por miserables yaghanes y alacalúf, sus enemigos que no respetan la tradición de sus padres... Créen que el que usa alcóhol, tabaco ó azúcar, es un hijo de los malos espiritus, mandado á la tierra para dañar á los hombres buenos, que són ellos!

—¡Pués amigo!...—exclamó Smith.-Que me perdonen, no me creía tán criminál... y me tomaré todo el alcóhol que pueda!... Agrégales, especialmente, que me alegraría