
XXX.
La lucha por la vida
Esa noche, mientras rodeábamos el fogón en que se preparaba nuestra cena, bien pobre por cierto, dijo Matias:
—Voy á hacer un poco de pán para mañana. Es bueno salir á excursionar y á buscar carne fresca .. ¿De qué sirve estar cómo enterrados en esta playa?
—Claro!—gruñó Oscar.—Por mi parte vóy á arreglar los anzuelos....
—El anzuelo,—corrigió La Avutarda.—Por casualidad se salvó uno!
—¡Bueno!... ¡Los anzuelos! Ese y uno que yo tengo són dos.... me parece!
Y como en ese momento MaUas extendiera un trozo de vela que le iba á servir de mesa para el amasijo, me acerqué y le dije:
—Le vóy á ayudar!.... Esto va á ser para los dós, de todos modos! ... Yo mañana me vóy con Vd.... La verdad es que no es bueno amohosarse.
Y miré á Smith, que, triste y silencioso, contemplaba el