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CRÓQUIS FUEGUINOS

de vestir. Los -ingle:o¡es de las estancias del Gallegos lo usan así, y es muy lindo y muy durllble.

—No te créas que la caza es fácil: es tán peligrosa cómo la del lobo de dós pelos. Cuando uno los sorprende, se largan al mar rodando y saltando y si hallan á alguno por delante, se lo llevan nomás!... Ha muerto más gente á cauusa de eso que lo que te puedes imaginar!

—¿Y hay muchos aquí?

—Yá lo creo! -exclamó Smith, que había concluido de dar sus instrucciones á La Avutarda, pués de la actividad y discreción de éste iba á depender nuestra vida dentro de breves horas. Si los gobiernos entendieran bien estas cosas y las estudiaran, se sacarían de aquí cómodamente y sin destruir la raza, unos diéz á doce mil" cueros por año y unas mil ó mil quinientas toneladas de aceite: veinte mil libras esterlinas como quiera, que, unidas á otros renglones sumarían algo gordo, sin contar la población rica y floreciente que quedaría... Como este anfibio no se caza, sale mucho á las playas y abunda donde quiera: ántes, el lobo de dós pelos era lo mismo, pero ahora, con la persecución, se hace cada día más raro y más difícil.

—Este cuero,—agregó Matías,—está valiendo. Véz pasada unos noruegos llevaron á Europa como seis mil que habian sacado en las Shetland del Súr, y según se corrió aquí, les dieron média libra cada uno.

Al dia siguiente el cútter nos dejó en la roquería del «Fantasma», unas piedras que apenas sobresalían del mar diéz ó quince métros y en cuya superficie desolada se veían las carcomeduras del agua que frecuentemente las bañaba.

Con la leña hicimos dós grandes montones para las hogueras de señales, alrededor de un atado de cachiyuyo que serviría de yesca y luego nosotros, cargados con la sál y