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CRÓQUIS FUEGUINOS

de velas y cuatro ó cinco chozas formadas con ramas y troncos y que por su aspecto de colmenas más parecían wigwams ó toldos de indios.

Los lavadores, diseminados en grupos no léjos del campamento, hacían algo que yo no podía apercibir.

—¡Ah!-exclamó Smith...—Es verdad que hoy es domingo: los mineros ricos siempre lo festejan...

—Están jugando á la taba y al tejo,—agregó La Avutarda.

Nuestra aparición alarmó á los lavadores y notamos que, abandonando sus entretenimientos, corrían hácia el campamento, mientras dós, que desde el centro de otro grupo nos habían estado observando con un anteojo, se adelantaban después de deliberar un rato, viendo que nosotros, siguiendo con estrictéz las reglas de la diplomacia minera, nos deteníamos en la cumbre de la loma y nos tendlamos en el pasto esperando que vinieran á recibirnos.

Los que se destacaron eran trés que venían muy sérios y callados, siguiéndoles á cierta distancia otros trés que venian conversando tranquilamente: cuando llegaron á nosotros dijo uno de los de atrás, en una jerga, mezcla de inglés y de otros idiomas:

—¡Caballeros!... Buenos días... Los mineros de Barrilito les saludan.

—¡Buenos días tengan Vds!. .. La tripulación del cútter «The Queen», fondeado ahí, atrás de ese pedregál, saluda á los mineros de Barrilito.—contestó Smith.

Y avanzando los que habían hablado se dieron la mano.

—¿Cómo te vá, Tiburón?—dijo á Smith... - ¿Quién había de pensar que fueras tú el que venía con tantas etiquetas?.. ¡Creíamos que fuera Monseñior. aquél de la Isla Quemada!

—¡Rana Blanca!... ¿Cómo te va? ... No queríamos que