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famoso de los ingleses, el gran productor de huano y el rockhopper ó pengüin real, que tiene un copete doble —cuya pluma alcanza gran valor— y que es más grande y vistoso que el pengüin común: viene á estas costas solo de véz en cuando, pero abund~a en las islas antárticas y en Kerguelen y las Malvinas.
Para Calamar, el jackars ó sháag es un pengüin que vuela y nada, sucediendo con estas áves lo que con el zamaragullón negro de nuestros ríos que se llama bigúá y su congénere overo que se llama macá, que nada únicamente.
El pengüin común no tiene alas ni camina mucho, pero es insigne nadador y zambullidor, pudiendo andar muchos días sobre el agua y debajo hasta dós minutos, alcanzando á grandes profundidades.
No hay en el súr ave más andariega: recorre decenas de leguas de témpano en témpano y de roquería en roquería, nadando en bandadas inmensas. Cuando uno le atropella, se limita á gritar, a hacer aspavientos y a dar picotazos verdaderamente terribles: en tierra no tiene defensa alguna y para matarle los cazadores le toman el lado del mar y ultiman á palos las bandadas en pocos minutos, pués su aceite es apreciado y no tiene diferencia con el de lobo. Para poner, busca las roquerías aisladas que sólo frecuentan los anfibios, los islotes inaccesibles pero planos y las playas escondidas: no gusta de la tierra y no se interna sinó hasta donde su oido le permite percibir el ruido del mar, en que encuentra su alimento.
Allí, en espacio de muchos métros, empiezan las hembras á hacer sus puestas, unas al lado de otras. Sus nidos són de estiércol y día a día aumentan de diámetro y de altura con las deyecciones de cada ave, que luego de clueca no abandona más su nidada, siendo los machos quienes cari-