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CRÓQUIS FUEGUINOS

hace en trés bancos, de los cuales uno es frecuentado por los franceses, otro por los ingleses y otro por los norteamericanos, que tienen sus pesquerías sobre la costa, dotadas de todos los adelantos del arte en ese ramo. Los barcos pescadores comienzan á llegar á principios del invierno, que dura seis meses, listos para trabajar durante toda la estación sin moverse, si es posible, para evitar los peligros de la navegación, pués la época de la pesca coincide con la de las brumas y huracanes. Estos riesgos són tán grandes, que no se fondea con cadena sinó con cabo, á fin de poderlo cortar en caso de apuro y huir mar afuera, evitando los tide-races que forman derrepente las corrientes encontradas. Estos remolinos són terribles: juegan con un barco como yo con esta espumadera.

Cada barco pescador trae siempre de quince á treinta botes dotados de un espinél y dós marineros. Llevando cada bote un cabo, vá á situarse A cierta distancia, quedando amarrado al barco y en la madrugada tira los espineles y espera; si se llenan, recogen y vuelven á tender y si no, recogen en la tarde y regresan á bordo, dónde cada tripulación abre y despanzurra su cosecha, entregándola lista al contramaestre, que la vá echando en los tanques de salmuera —graduada de cierto modo especiál, que es un secreto de cada casa pescadora,— pués muy fuerte no sirve, ni muy floja tampoco. Cuando el barco se ha cargado, vá á la costa, á la pesquería de que depende, á dejar su producto, que allí es secado naturalmente en grandes galpones y luego aprensado en la forma que sale al comercio .. Aqui no se puede soñar con eso.

— Y con la merlucina ¿cómo les fué?

— Mál, jóven, muy mál: peor que con el bacalao! La merlucina de estas costas es especiál y sube por el Pacifico cási hasta frente á Guayaquil. Es un péz ágil y vivo, que