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CRÓQUIS FUEGUINOS

secreto sentimiento de repulsión: me parecía haber visto dós arañas en conciliábulo, descuartizando una mosca calavera.

Pronto Oscar, Smith y Calamar se unieron al grupo y con la primera claridad de la mañana nos encaminamos á nuestro cútter, en el cuál Kasimerich, defraudando á sus sócios del lado chileno, cargó un rollo de pieles para Ushuwáia, ocultándolo dentro de una barrica de efectos vários, que iba desde Punta Arenas destinada al comerciante para quien llevábamos contrabando.

Una hora más tarde y cuando yá el sól brotaba trás las montañas del fondo, el harém fueguino no fué más que una mancha imperceptible que se perdía en el horizonte y Bahia Desolación con su viento sudoeste, sus costas carcomidas, su aridéz, su tristeza y sus roquerías cubiertas de blanca espuma, se quedó allá, donde las ólas del Pacífico, rompiéndose en los islotes de la entrada, ván á retratar los glaciéres que bajan del interior y las arboledas seculares que crecen en las hondanadas y en los valles, tiñéndolas en la tarde con los colores suaves de su pincél inimitable.

Bordejeando de islote en islote, hicimos rumbo al canál Darwin, que comienza á abrirse en dós brazos después de la isla O'Brien, para encerrar la de Gordon, alta, montuosa, casi inexplorada, detrás de la cuál vuelven á unirse, allá, en Punta Divide, para formar el Canal del Beagle, una de las maravillas del mar austrál.

En lontananza veíamos las roquerías salvajes, donde en otro tiempo pululaban los lobos de dós pelos y que hoy desiertas y solitarias, són apenas paradero de aves marinas y más cerca los peñones que festonean la costa alta y fragosa, que de trecho en trecho, muestra yá un monte coronado de nieves eternas, ya un glaciér gigantesco que