Página:En el Mar Austral - Fray Mocho - Jose Seferino Alvarez.pdf/122

Esta página ha sido corregida

120

EN EL MAR AUSTRÁL

nieve no deja en Quebec, en Montreal, ni en ninguna de esas poblaciones de ahí, que són grandes y muy ricas, ni un vidrio sano. La cosa está, entonces, en aprovechar la ocasión y llegar de los primeros, cási en los últimos frios... ¡El negocio es tremendo!.... Quebec ó Montreal, sólos, pueden dejar una fortuna y vale la pena arriesgarse en la entrada de la barra, que es brava. Además de la niebla, —aquella pegajosa del San Lorenzo, que Vds. conocen, porqué es iguál á la de Sán Pedro de Miquelón ó de los bancos de arriba de Terranova, y que no deja ver á média cuadra,— hay más de cincuenta arrecifes. Allí, con boyas ni faros no se hace nada.... En cada escollo de esos, hay pontones con guardias, que durante el invierno disparan cañonazos á cada hora ó hacen sonar pitos, sirenas, campanas, el demonio. Para navegar hay que ir con el oído alerta a las señales: los ojos no valen nada... Cuando uno escapa bien y agarra Sán Lorenzo adentro, yá es otra cosa: la návegación es fácil y los remolques abundan. A nosotros nos compraron el cargamento por el manifiesto y sin poner condiciones: el capitán, que era el dueño de la carga, se ganó cinco mil libras netas. Decían que ese año que yo estuve, los fríos habían sido terribles y que las casas se habían quedado sin un vidrio, muy á la entrada del invierno no más. Este negocio ha llegado á hacerse tán grande hoy, que, de Francia y de Italia, salen verdaderas expediciones con esa carga, todos los años, haciéndose una competencia terrible. Allí me despedí de la goleta y entré en el «City of Gravennor», un vapor de carga que bajó con bacalao para Cuba, donde completó para Chile y el Perú. No~ incendiamos frente al Cabo Sán Diego, á la entrada de Lemaire, pués el capitán de caprichoso no quizo venir por el Estrecho. Fué una cosa tremenda!... Figúrense que el fuego se declaró un día que estábamos como á diéz millas