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CRÓQUIS FUEGUINOS

será dificil que entre ella no haya alguno de los que han corrido juntos una tormenta ó capeado un temporál y entonces están como en familia. Los otros es distinto: se sospecha que cuando han abandonado las comodidades de la vida, no sea por nada bueno y casi se puede asegurar que de cien casos, noventa se hallan en esta circunstancia. Después, entre esa gente viene de todo: jugadores, tahures, borracho, asesinos escapados por milagro de las cárceles ó de las uñas de la policía, ladrones, hombres, en fin, de esos que són la escoria de las sociedades humanas. Si los gobiernos que tienen playas auríferas conocieran sus intereses, pronto fijarían esa poblacion dotante: no tendrían sinó darle facilidades para establecerse con el capitál que sacaran de los lavaderos...

— Y á todo esto, —interrumpió La Avutarda,— ¿habremos dado ó no con el canál que buscamos?

— Yo creo que sí.— dijo Calamar.— Hoy estaba observando el viento que soplaba y me parece que mañana estaremos afuera.

— ¡Seria bueno que el canál no saliese al otro lado, sinó que fuera una caleta cerrada!

— ¡Pero hombre!... No hay mis que ver el oleaje, — exclamó Oscar.— Ahora, durante la pleamar, no viene como cuando recién entramos, sinó que vá. Eso lo observé temprano no más.

Y pronto sobre la cubierta del cútter dormían mis cuatro compañeros, mientras yo, recostado en la borda, me recreaba mirando la fosforecencia del mar y escuchando la música salvaje que modulaba el viento, al filtrarse á través de la selva impenetrable.