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capaces y necios que niegan lo presente y se pudren en el estrecho y nauseabundo charco de su trivialidad. Los horizontes se dilatan, la' luz asciende e inunda el cielo. Ellos se hunden a placer en el fango tibio en que su vientre digiere con voluptuosa lentitud; cierran sus ojos de buho que ofende la claridad, gritan que se les turba y que no pueden levantarse tarde, rumiando con comodidad el heno que muelen a mandíbula suelta en el pesebre de la bestieza común. Podemos conseguir algo de los locos; los locos piensan y tienen todos alguna idea, cuya tensión exagerada ha roto el resorte de su inteligencia. Los dementes son enfermos del espíritu y del corazón; almas desdichadas, pero llenas de vida y de fuerza.

Quiero escucharlos, porque espero ver brillar en medio del caos de sus 'pensamientos, alguna verdad suprema. Pero, por el amor de Dios, que maten a los necios y a ļas medianías, a los incapaces y a los estúpidos; establézcanse leyes que nos libren de esas gentes que abusan de su ceguedad para decir que es de noche. Hora es ya de que los hombres de valor y de energía tengan su 93: el insoluble reinado de las medianías ha hartado al mundo; los mediocres deben ser conducidos en masa a la plaza de la Grève.

L'es odio.