| rece en ti, te amenazarán todos los peligros.
Y no te hablo de la justicia de nuestros códigos, que no es más que la garantía de los lazos sociales. Ciertamente hay que respetarla, pero hay una más elevada idea de justicia: la que sienta por principio que. todo fallo de los hombres puede hallarse sujeto a error, y admite la inocencia posible de un condenado, sin creer que por esto se insulta a los jueces. ¿No es este un asunto que debesublevar tu ardiente pasión por el derecho? ¿ Quién se levantará para exigir que se haga justicia, sino tú que no estás en nuestiras luchas de intereses y de personas, que no estás aún atada ni comprometida por ningún negocio ambiguo, que puedes hablar alto, con toda pureza y buena fe? i Juventud, juventud! Sé humana, sé generosa. Aunque nos equivoquemos, ven con nosotros, puesto que decimos que un inocente sufre una pena horrible y puesto que nuestro corazón sublevado se parte de angustia. Admite por un momento el error posible y, al considerar, tan desmesurado castigo,' el corazổn se te oprimirá y las lágrimas brotarán en tus ojos. ¡ Bueno que los carceleros permanezcan impasibles, pero tú, tú, que todavía lloras y que debes ser accesible a todas las miserias, a todas las piedades! ¿Cómo no te