Sé muy bien que algunos jóvenes manifestantes no representan toda la juventud, que un centenar de alborotadores en la calle hace más ruido que diez mil estudiosos trabajadores encerrados en sus casas. Pero de todos modos, esos cien alborotadores. sobran, porque semejante movimiento, por pequeño que sea, es un triste síntoma para el Barrio Latino. .
¡Por lo visto existen jóvenes antisemitas! ¡Hay cerebros nuevos, almas nuevas que este imbécil veneno tiene desequilibrados! ¡Qué tristeza, qué inquietud para el siglo xx que va a empezar! Cien años después de la declaración de los Derechos del Hombre, cien años después de aquel astro supremo de tolerancia y de emancipación, volvemos a las luchas religiosas, el más odioso y estúpido de todos los fanatismös. Y menos mal que esto 'suceda en ciertos hombres que desempeñan un papel, que tienen una actitud y una ambición voraz que satisfacer; pero jentre los jóvenes, entre, los que nacen y se desarroilan llevando en su ama el gérmen de todos los derechos y de todas las libertades que nosotros habíamos soñado ver resplandecer en el próximo siglo! ¡ Vosotros los obre-