es la obstinación que ponen en querer que, delante de esos pueblos que la miran, la Francia siga siendo la Francia humana, la Francia que ha sabido hacer libertad y debía hacer justicia. Está visto: la Cámara ha cometido un crimen, corrompiendo la juventud de nuestras Escuelas, y de aquí que esa juventud engañada, extraviada, se arrastre por nuestras calles, en manifestación como nunca se, había visto, contra todo lo que hay de más noble, de más valiente, y de más divino en el alma humana.
Después de la sesión del Senado se habló del derrumbamiento nacional, promovido por M. Scheurer-Kestner. ¡Infeliz! ¡Buen derrumbatimiento tiene en su corazón y en su alma! Me figuro su angustia, su tormento cuando veía hundirse a su alrededor todo lo que amaba de nuestra República, todo lo que, ha ayudado a conquistar para ella en el noble combate de su vida: la libertad primero, después las varoniles virtudes de la lealtad, de la franqueza y del valor cívico.
M. Scheurer-Kestner es mos supervivientes de su fuerte generación.
Bajo el Imperio evidenció lo que es un pueuno de los últi-