más noble, más fraternal y más generoso? ¿ Pretendemos conservar en 'Europa nuestra fama de justos y humanitarios? ¿No son todas las conquistas que habíamos hecho las que ahora se nos discuten? Abrid los ojos y comprended que para llegar a tal desorden, el alma francesa debe estar removida hasta sus profundidades más íntimas y enfrente de un teirrible peligro. El momento reviste una gravelad excepcional, puesto que se trata de la salud de la 'nación.
Cuando hayais comprendido todo esto, apreciareis que no hay más que un remedio posible: decir verdad y hacer justicia. Todo lo que retarde la luz, todo lo que aumente las tinieblas con otras tinieblas, no hará más que prolongar y agravar la crisis. La misión de los buenos ciudadanos, de los que sienten la imperiosa necesidad de que esto concluya, se reduce a exigir que todo se aclare. Son ya muchos los que así piensan; los literatos, los filósofos, dos científicos, lo afirman por doquiera en nombre de la. inteligencia y de la razón. Y no hablo del extranjero, del temblor que se ha apoderado de Europa entera; lo cual demuestra que no todo extranjero es forzosamente un enemigo. Nada os digo de los pueblos que pueden ser mañana nuestros adversarios; de la poderosa Rusia, nuestra ami-