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como hombre práctico, para el bienestar de la humanidad; no intenta la perfección, busca el mejor estado posible, y hace seguidamente todos sus esfuerzos para mejorar este estado poco a poco. Nosotrós, al contrario, subimos de un salto a la perfección; en nuestro sueño alcanzamos el estado ideal. Esto dado, se comprende lo poco que nos preocupa la tierra. Estamos en pleno cielo y no descendemos de él. Esto explica porqué todos los miserables de este mundo extiendan los brazos y se precipiten hacia nosotros, apartándose de los moralistas.

Me resta sólo hacer el resúmen del libro de Proudhon: es la obra de un hombre profundamente incompetente, y que bajo pretexto de juzgar el arte desde el punto de vista de su destino social, lo anonada bajo sus rencores de hombre positivo; dice que no quiere hablar más que de la idea pura, y su silencio sobre todo lo demás,-sobre el arte mismo-es desdeñoso en tal grado, que habría hecho mejor adoptando por título: De la muerte del arte y de su inutilidad social. Courbet, que es un artista personal en ei más alto grado, no tiene que agradecerle que le haya nombrado jefe de los mamarracheros decentes y morales que deben enjabelgar en común su futura ciudad humana.